Intervención mural realizada mediante spray en los alrededores de Llíria (Valencia).
Siempre he pensado que lo que está afuera, ocurre a escala dentro, que se puede responder a las cuestiones más trascendentales dando un paseo. Observando lo que la vida tenga que decir.
En este paisaje no encuentro grafitis, firmas ni arte urbano, pero encuentro frecuentemente al árbol de jade, planta de la familia de las suculentas que tiene unas hojas que crecen a pares opuestos, rodeando su tallo carnoso; flexible. Crece, el tallo proyectándose hacia el cielo, rodeándose de sus hojas rígidas.Las más anchas y viejas abajo, protegen el equilibrio, permiten que crezcan más arriba nuevos y pequeños brotes. Como la palmera que escapa de la jardinería decorativa y se deja crecer el cabello rubio de hojarasca, protegiéndose de los escarabajos que la comen. Se acumula el pasado, sedimento sobre el que se crece, protegiendo el centro, que ha de permanecer preferiblemente tierno, perceptivo. Así, la civilización vecina de las plantas, me enseña su secreto: el pasado significa protección.
Es por ello que, al igual que la reflexión en el espacio urbano lleva a los artistas a hacer intervenciones sobre el mismo, el espacio periférico o campestre me invitó a señalar alguna de las cosas que me enseñó durante el paseo.
Más reflexiones sobre el significado de crecimiento en mi publicación Mutaciones.Más trabajos a spray con estética parecida en Save the queen (proyecto para WWF) o Las capas del tiempo.
